sábado, 31 de marzo de 2018

Existencia

Juegas.
Despiertas.
Te caes.
Besas.
Sangras.
Y te vuelves a caer.
La vida es
una patio de juegos.
Y una zona de guerra.
Una batalla
del yo contra el yo.
En la que no hay
vencedores ni vencido.
Solo un corazón.
Nuestro niño fantasma
Y unos labios.
Que de tanto amar
ya son dos pequeños cementerios
de horas y de flores.
Cuantas cicatrices abiertas
por donde brota
ramilletes de mariposas de los sueños.
Cuantas heridas que supuran
vivencias y recuerdos
mezclados con el humo del café.
La pluma del ángel
tendida sobre la almohada.
El color de tus ceras
desteñido sobre la mesa.
El tiempo siendo un relámpago gris
sobre tu pecho.
Los años polillas
mordiendo cada fibra de tu piel.
Y tu ante el precipicio de tu propia existencia
Caes.
Caes.
Caes.
Caes con tus venas siendo
una red emociones entrelazadas.
Y tu espiritu convertido en flor de pascua
se abre mostrando
el ruiseñor blanco de tu infancia.
Mientras los minutos se vuelven décadas caníbales
y muerden tus parpados
convertidos en dos paramos de momentos
que se consumen.
Como se consume la imagen de una fotografia
cuando es rozada
por la fina piel del fuego.

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