lunes, 19 de junio de 2017

Penitencia;

Un rosario en mi sangre.
Dos cruces en mis ojos.
En mi pecho hay un templo en ruinas
donde se reza a la melancolía.
Un ángel muerto en mi boca.
Me recuerda el sabor amargo de tus besos.
Besos que ocultan espinas.
Y navajas de aire.

Yo he sido penitente de tu sombra.
Y me he flagelado con mis lágrimas noche tras noche.
Hasta levantar la piel de mis rostro.
Y mostrar al mundo
el desnudo sanguinolento de mi amargura.
Cada hora me he apretado el silicio de mi pecho.
Para mortificar mi corazón.
Porque no concibo un corazón alegre.
Si no es para la alegría de tus ojos negros.

Mártir de tu piel.
Me he hecho un rosario con cada gota de mi sangre.
Y en mis ojos se gravaron dos cruces.
Cuando muerta de amor caí
en el interior de aquella tumba abierta que fue tu querer.
Tumba en donde las mariposas de juventud
arrancan pedazos de mi carne.
Hasta dejarme  a mi siendo un alma consumida.
En el panteón de los te quiero siempre.

Ahora un lirio con tú rostro.
Hecha raíces en lo mas hondo de mi ser.
Que terrible penitencia fue querer como te quise.
Dar mi juventud a un amor fantasma.
Y ser yo misma mártir de penas grises.

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