domingo, 4 de diciembre de 2016

He prendido fuego a mi corazón.

He prendido fuego a mi corazón.
Y junto a el a todos mi poemas.
He decido morir como mueren las polillas.
Que atraídas por la luz,
se consumen siendo flor de fuego.
Inmolarme en un millón de latidos de tinta.
Y esparcir mis cenizas por un mar
repleto de niños que ríen con mariposas en la boca.
Y con ruiseñores en las encías.
Porque quiero ser verso vivo. Poesía viva.
Y en mi corazón un fénix
Se consume y renace con una rosa en el pecho.
Fénix que alzara su infinito vuelo,
hacia el horizonte donde se funde los espejos.
Y yo con mi piel fuera de mi cuerpo
me vuelvo agua,me vuelvo viento.
Fantasma de mi misma. Fantasma de mis versos.
Porque he decidió morir convertida en un latido.
Latido para los amantes.
Pulso de tierra para despertar a los lirios.
Latido dormido en un latido.
Corazón invisible golpeando un millón de pechos.
Un poema que sea el pez que respire,
el aliento que surja como un hilo de escarcha
de mis labios entreabiertos.
Cuando yo...
Me haya vuelto ceniza en la hoguera del tiempo.
y mi piel sea la sombra que cubra,
los mil ojos del cielo. Las mil bocas de la tierra.
Como un inmenso manto que oculte mi cadáver invisible.
Mi cadáver reducido a letras.
Y junto a mi mano herida, por el filo de la metáfora.
Un verso hecho carne clavó sus raíces en el suelo.
Y mis huesos sirvieron de alimento,
a los poeta que rasgan con dientes manchados de tinta
las entrañas del silencio.

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