martes, 16 de agosto de 2016

Poema de la inspiración ante la tumba de su poeta.

He seguido el rastro de tus huellas.
Buscando entre tus pasos mi vida.
Pero mi vida no es mía.
Es de la arena que levantaron tus zapatos.
Es de los charcos que formaron tus lágrimas
y de las que beben los sedientos niños del barro.
Es de esa margarita caída en el suelo.
De ese poema que se ahoga en el pecho.
Pues un poema es un pulso.
Y yo soy ese pulso ahogado en tus latidos.
Fantasma siguiendo el rastro de tus huellas
Fantasma de mi propia vida.
Pues tu muerte. es mi muerte.
Y mi vida ya poco vale. Mi vida es un instante
sobre la palma de tu mano.
Mi vida se arrastra moribunda,
hacia la tumba donde se apagan tus luciérnagas.
Y allí dejare descansar mi cadáver.
Que es el cadáver vivo de tus letras.
Pues desde que te fuiste. Ya ni nombre tengo.
Antes me llamaba: Musa,Ángel,Duende...
Cualquiera que fuera mi nombre, resonaba dentro de mi pecho.
Ahora mi pecho esta vació. Y solo resuenan campanas de difuntos,
En donde antes resonaban mis latidos.
Campanas que en la noche anunciaron tu muerte.
Y con ellas la muerte mía.

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